Visión Periférica #20: Especial Navidad Maradoniana
Hoy es 30 de octubre, aniversario del nacimiento de D10S. Este es nuestro humilde y homenaje desde Visión Periférica para nuestra vigésima entrega del newsletter.
¡Buen viernes, queridos periféricos! Hoy es otro aniversario del nacimiento de Diego Armando Maradona, el segundo desde su partida física. Hoy lo seguimos sintiendo tan cerca que no podíamos hacer más que dedicarle un newsletter enteramente a su figura. Hoy toca recordar a uno de los futbolistas más importantes de la historia (si no el más importante). Hoy más que nunca su esencia se hace presente entre nosotros. Hoy les decimos a todos: ¡Feliz Navidad Maradoniana! porque al Diego elegimos recordarlo con alegría. Como corresponde.
YAMAHA
Por Santi Nuñez (@SantiNunez)
Rosario, 1993. Hay uno que está y otro que está pero no está. A uno lo miran todos, el otro mira al primero. Nadie puede culpar a la gente del foco de atención: uno tiene casi 33 años y es un astro, mientras que el otro tiene solamente siete y todavía no preparó al mundo para que lo vea brillar, crecer y jugar hasta ser más o menos como el otro. Nadie lo ve al pequeño Messi que mira, como decenas de personas, cómo Diego Maradona es presentado con la camiseta de Newell 's que dice “Yamaha”.
Buenos Aires, 2005. La televisión abierta muestra el esplendor. Fútbol-tenis en La Noche del 10. Messi juega con Diego. Maradona con Lio. Como si el fútbol pudiese subir a una expresión platónica de sí mismo.
Gelsenkirchen, 2006. El tiempo pasa. El maestro se retiró hace rato y el pibe arranca. Los roles cambian: es Diego el que está fuera y mira un astro. Messi entra y Maradona y el mundo son testigos de su primer partido (y gol) en un Mundial. Diego levanta los brazos. Y apunta al cielo.
Polokwane, 2010. Se olvidan del mundo y no se dan cuenta que el mundo, igual, los mira fijo. Para ellos calentar, o cualquier cosa vinculada a hacer rodar una pelota, es ser felices. Tiran paredes en el centro del campo, los dos solos, antes de jugar un partido que define el grupo de un Mundial. Ante la vista de un estadio entero, Maradona y Messi hacen lo que mejor saben. ¿Jugar al fútbol? No, sonreír.
Río de Janeiro, 2014. Brilla como periodista pero esta vez es entrevistado. Es como si lo llamaran a su juego: Pelé acaba de decir que Messi “tiene estilo brasilero” en la previa inmediata del Mundial de Brasil y el astro del fútbol mundial, devenido en conductor del programa De Zurda, dice, en una entrevista con un diario argentino: “Messi es más argentino que yo”.
Sinaloa, 2018. “Pierde el sub 15 y la culpa es de Messi”. Maradona defiende lo que considera justo. Lionel lo es. Pero el técnico de Dorados va más allá, en los momentos posteriores al Mundial de Rusia.
-¿Qué le dirías a Messi?
-Que no venga más a la Selección.
Por suerte Lionel no le hace caso.
Barcelona, 2020. Está acongojado. Piensa que hay que hacer algo. ¿Qué es “hacer algo”? Para él, abrazar. Estar. Hacer feliz a los suyos. Va al cuarto de arriba. La puerta, que siempre está cerrada, se encuentra abierta. ¿Alguien la abrió? Por el hueco se ve el homenaje perfecto para un gol el fin de semana en el Camp Nou, cuando juegue contra el Osasuna: una camiseta rosarina, negra y roja, que dice “Yamaha”
Río de Janeiro, 2021. Los 10 segundos de jolgorio que siguen a la felicidad interminable lo ponen en el centro. Todos lo miran. Todos lo abrazan. En la tribuna falta gente y falta Diego, pero miradas sobran. El Cristo Redentor lo ve a Messi ser feliz. Maradona, desde el cielo, también.
Bella Vista, 2019. “Messi lo único que quería era salir a la cancha y buscar el balón”. Maradona explica, en una de las últimas entrevistas de su vida, la simpleza de Lionel.
-Yo no me enfrentaría con Messi jamás
-Lo querés vos -dice Matías Pellicioni, periodista de TyC Sports.
-Y sí, si soy Argentino.
Maradona se acuerda que lo separa un tiempo de la última vez que estuvo con Lionel. “Le quiero mandar un abrazo porque hace mucho que no lo veo”.
La patada equivocada
Por Juan Stanisci (@JuanStanisci)
Mientras cruza la línea de cal toca su frente con el dedo índice de la mano derecha. Baja hacia el pecho. Va al hombro izquierdo. Después al derecho. Junta el pulgar con la segunda falange del índice y lo besa. Se limpia el sudor con el brazo izquierdo. Alguien le da una palmada en la espalda. Faltan cinco minutos para el final del partido y Diego Armando Maradona baja las escaleras del estadio Sarriá en Barcelona.
Ciento veinte segundos antes João Batista Da Silva daba patadas al aire. Mientras, Telê Santana le hablaba indicándole cuestiones tácticas. La obediencia de Batista no modificaría el resultado: Brasil golea 3 a 0 a Argentina y se acomoda en el grupo C del mundial de España 1982. Batista, ya al lado de la línea de cal, ve como Zico, el autor del primer gol, camina hacia el banco de suplentes. Chocan las palmas. Y el volante central nacido en Porto Alegre ingresa a jugar sus primeros minutos en la Copa del Mundo española.
Batista no lo sabe pero desde hace algunos minutos, su compañero Falcão cada vez que pasa cerca de Maradona le dice al oído: “Toca bola, toca bola, toca bola”. Brasil mueve la pelota como bailando samba en Río de Janeiro. Argentina ve cómo pasan el esférico, los minutos y sus posibilidades en el mundial. En el mediocampo todavía se divierten. Toninho Cerezo, Sócrates y Falcão. Brasil humilla.
Las miles de personas que llenaron el estadio Sarriá ven como la pelota se mueve como en un pinball. Solo que siempre la tienen los de amarillo. Cuando Argentina recupera, la mira se centra en el arco de enfrente. El juego escala por el costado derecho. Olguín se la da a Ardiles. Ramón Díaz recibe y vuelve a tocar para Ardiles. La pelota viaja hacia el medio pero se levanta. Maradona eleva su pie izquierdo y toca de primera para Kempes. Diego va a buscar la devolución. Batista levanta el botín a la altura de la cabeza de Kempes. Mario Alberto cae. Batista va a buscar nuevamente la pelota.
“Toca bola, Toca bola, Toca bola”. En Villa Fiorito o en Sarriá, ir perdiendo por goleada y que el rival te goce es sinónimo de calentura. Y la bronca, la calentura y la impotencia solo tienen una forma de ser canalizadas: la violencia.
Cuando Batista va a buscar la pelota que le robó a Mario Alberto Kempes, desconoce que no volverá a tocar el balón por varios minutos. Incluso que estará fuera del campo más tiempo del que estuvo en cancha. Batista no sabe, no presiente que la principal figura de ese mundial está a punto de despedirse antes de tiempo. Cuando Batista vuelve a tocar la pelota tras robársela a Kempes, Maradona ya dio el latigazo. Desde las cámaras de televisión resulta casi imperceptible.
Es tan sutil como la Mano de Dios. La diferencia es que el árbitro ve lo que sucedió. Diego levantó el botín y estampó sus tapones contra el muslo de Batista. Maradona creía que la pierna que estaba impactando era la de Falcão. A Batista, aunque no era el destinatario del golpe, le duele igual. Diego se persigna. Su primer mundial no fue lo que creía. Lo que nadie creía. Quien sabe, quizás le estaba pidiendo al barba que lo ayude en el próximo.
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Este hilo de Cambio de Frente hablando sobre el álbum de figuritas de Diego publicado en 2001. Una joya atrás de otra!
El primer libro de la gente de Lástima a Nadie, Maestro se llamó “Crónicas Maradonianas” y es imperdible. Consúltenles dónde conseguirlo!
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