Visión Periférica #8: Grupo H
¡Bienvenido/a! Esta es la octava entrega de una serie de boletines donde repasaremos a las cuatro selecciones de cada grupo mundialista con nuestra manera de ver el fútbol: con Visión Periférica.
¡Feliz viernes para todos! Sean bienvenidos una vez más, y como cada semana, a nuestro newsletter mundialista, uno que llenará de historias tu mail hasta el inicio de Qatar 2022. Llegamos a un momento de quiebre dentro de lo que venimos haciendo, ya que hoy terminamos, por fin, con las historias relacionadas a cada uno de los grupos que conformarán la cita global.
¿Estamos nostálgicos? Posiblemente un poco, aunque todo se soluciona… ¡con más y nuevas historias del mundo del deporte rey! A partir de la semana que viene ya hablaremos de selecciones que no existen, equipos revelación, proyectos que llegaron a buen término, partidos míticos y mucho, pero mucho más. ¿Nos acompañan?
Portugal: Hay veces que el último es el mejor
Por Gonzalo Arrese (@gon_ruso)
Cristiano Ronaldo buscará en Qatar lo que grandes como Eusebio o Figo no pudieron conseguir.
Históricamente, Portugal fue un país futbolero y semillero de grandes jugadores, con equipos que han logrado conquistar Europa y futbolistas que han recibido Balones de Oro por ser los mejores del mundo. La selección de fútbol, a pesar de este contexto favorable, nunca pudo conquistar la Copa del Mundo y recién tras 50 años después de su primera participación en los mundiales (Inglaterra 1966) obtuvo su primer torneo continental (Francia 2016).
Para destacar que aquél seleccionado portugués de 1966 mantiene, hasta el día de hoy, la mejor actuación en un Mundial al terminar en el tercer puesto y que eso fue en gran medida gracias a la actuación de quién para muchos era o fue el jugador más importante de toda su historia: Eusebio. La "Pantera Negra" como se apodó a la leyenda portuguesa, fue la figura y el goleador de la Copa con 9 tantos en 7 partidos, siendo nombrado mejor jugador del mundo en 1965.
En un periodo de sequía en títulos a nivel selección y con Luis Figo como su gran figura, los portugueses volvieron a ubicarse en los primeros puestos en el siglo XXI, primero siendo el subcampeón de la Eurocopa 2004 -la cual se disputó en su país- y luego el Mundial 2006 en Alemania, que terminó en el cuarto lugar. Aunque el nombre más importante que dejaría esas dos competiciones sería el de Cristiano Ronaldo, una llegada que marcó un antes y después en Portugal.
El arribo en 2003 de la joven promesa portugués al Manchester United generó muchas ilusiones en el club inglés y, sobre todo, en toda Portugal. Ya que luego de mucho tiempo volvía a soñar con volver a tener un "Eusebio" o a un sucesor para Figo, que ya había sido Balón de Oro y que todavía era por aquel momento uno de los mejores del mundo. Ese Cristiano Ronaldo con la 17 en la espalda y jugando de extremo, mostró que tenía mucho para crecer y darle a la selección.
Luego llegaron los Mundiales de Sudáfrica en 2010 y Brasil en 2014, en dónde Cristiano ya era uno de los mejores del mundo (con varios Balones de Oro ganados) y había conseguido ganar todo a nivel clubes con el Manchester United y Real Madrid. Con la número 7 en la camiseta y la cinta de capitán en el seleccionado de Portugal, Ronaldo se quedó afuera de ambos torneos y de forma temprana, en 8vos 2010 y en la fase de grupo 2014, convirtiendo un gol en cada torneo.
Finalmente se llega a la etapa más gloriosa de la selección portuguesa y no podía ser de otra manera que con Ronaldo como bandera, obteniendo el primer título de su historia con la Eurocopa de Francia en 2016 y 3 años después con la Nations League en Portugal 2019. Aunque en el medio quedó afuera del Mundial de Rusia 2018 y otra vez para 8vos, pero esta vez fue con un nivel muy alto de Cristiano en el certamen, donde anotó 4 tantos en sólo 4 partidos.
Hoy, en vísperas del Mundial de Qatar 2022 y posiblemente la última Copa del Mundo de Ronaldo -aunque con este tipo de jugadores nunca se sabe-, se puede decir que Cristiano llegará sabiendo que es su oportunidad de quedar en la historia grande y así ser el primero en ganarla. Como buen competidor nato, sabe bien que el fútbol no es lo mismo que una carrera, depende también cómo llega siempre cada jugador al tramo final y hay veces que el último es el mejor.
Uruguay: La generación que admira al Maestro
Por Federico Duarte (@quedauncambio)
Uruguay irá a un Mundial sin Tabárez tras 20 años. (ladiaria.com.uy)
Primavera de Montevideo, el botija volvía del colegio, caminaba despacio y miraba el piso mientras pateaba algunas ramitas de las veredas. Llevaba un morral cruzado y en la mano una carpeta que tenía pegada una foto de Luis Suárez y Edinson Cavani festejando un gol con la camiseta de Uruguay. Entró a su casa y, en silencio, se sentó junto a su padre en el sillón frente a la televisión. Tras unos minutos sin omitir palabra miró al papá y le preguntó: “Ta, ¿Y ahora, qué hacemos?”.
Claro, el botija nació en 2004, tenía 17 años, y desde muy chiquito se metió en el mundo de la pelota como la mayoría de los chicos en Uruguay. Algunos de Peñarol, otros de Nacional, otros de otros, pero todos nacieron hinchas de la Selección Uruguaya. El abuelo y el papá le compraron la camiseta celeste con la 9 en la espalda, una pelota y a la calle o a la plaza todas las tardes a imitar a Forlán y a tirarse al piso como el “Ruso” Diego Pérez, o cabecear como Diego Lugano. Y cuando iba al arco, porque le tocaba, volaba como Fernando Muslera.
Tardes enteras pasó el Botija escuchando a su abuelo hablar del “Maracanazo”, de Obdulio Varela, de Fernando Morena, de los defensores aguerridos de los 60´ y 70´, cuando la selección la formaban los ídolos del Manya y el Bolso. Cuando el papá volvía del trabajo, se sentaba a tomar unos mates y él le preguntaba por Enzo Francescoli, Antonio Alzamendi, Rubén Paz, Rubén Sosa. Y entonces llegó 2010, el mundial en Sudáfrica y el botija, con 6 años, se pegó a la televisión a ver los partidos de la “Celeste”. Y en el banco “El Maestro”, la tranquilidad, la confianza, el orden de Óscar Washington Tabárez.
Y entonces Lucho Suárez metió la mano para salvar a la selección contra Ghana, y después la picó Abreu y el botija deliró con los goles de Diego Forlán y el cuarto puesto en el Mundial de Sudáfrica. Y al año siguiente le insistió al papá para ir a Buenos Aires, porque la Uruguay del Maestro jugaba la final de la Copa América en Argentina. No pudo venir, pero festejó por la 18 de julio el primer título que pudo ver. ¡Que grande el maestro!
Y después sufrió con la suspensión de Luis Suárez y los goles de James Rodríguez con los que Colombia eliminó a Uruguay en el Mundial de Brasil 2014. Ya más grande insultó por la derrota con Chile en la Copa América 2015 y volvió a festejar en Rusia 2018 con unos nuevos cuartos de final. ¡Que grande el “Maestro”!
21 de noviembre de 2021 y el botija escuchó que se iba Óscar Tabárez de la selección. Ahora la dirige Diego Alonso. Le gusta el nuevo DT. Pero Uruguay estará en Qatar 2022 sin el maestro, es raro. Una generación entera que no conoce a la selección sin Tabárez. Pero no importa, ahí estarán alentando, porque al final de cuentas vuelven a ilusionarse con “La Celeste”.
Corea del Sur: Balones para la venganza
Por Juan Pablo Gatti (@GattiJuan)
Después de la Segunda Guerra Mundial, Corea del Sur y Japón tuvieron que definir al clasificado asiático para el Mundial de Suiza 1954. Aquello fue mucho más que solo fútbol. (Foto: Yonhap)
Corea no había podido recuperarse de las heridas que le dejó la Segunda Guerra Mundial que, apenas pocos años después, se vio envuelta en otro conflicto, en este caso uno que terminaría por definir el rumbo de la nación desde entonces. Y es que la Guerra Fría empezó a nacer en su territorio, el cual terminaría fragmentado por el paralelo 38: el lado del norte seguiría el ideal comunista de la Unión Soviética, mientras que el del sur –apadrinado por Estados Unidos- terminaría por abrazar el capitalismo.
Fue en estos momentos de reconstrucción cuando los sureños se encontraron con la posibilidad de luchar por el único cupo mundialista con el que contaba Asia para el Mundial de 1954. En un primer momento solo cinco selecciones iban a luchar por la gloria, aunque Taiwán, Vietnam y la India (posiblemente el mejor conjunto continental por aquellos años, demostrándolo apenas dos años después, cuando fueron semifinalistas de los Juegos Olímpicos) se dieron de baja. Esto hizo que la historia se definiera entre dos rivales: los propios surcoreanos y Japón, el enemigo más grande.
Los japoneses, una verdadera potencia militar a inicios del siglo XX, habían derrotado al imperio ruso en 1905 y uno de sus grandes triunfos fue el Tratado de Eulsa, con el cual lograron ocupar la península, misma que anexarían apenas cinco años más tarde, yéndose recién cuando los nipones se rindieron en la SGM. En el medio dejaron hambre, destrucción, muerte y muchas heridas que tardarían décadas en sanarse. Los hombres fueron utilizados como esclavos, el arroz fue saqueado y las mujeres, utilizadas como “damas de compañía” para satisfacer a los militares.
Cuando se conoció en Corea que el pase mundialista se definiría solamente ante Japón, todo explotó. La gente se volcó a apoyar masivamente a los suyos, sobre todo sabiendo que los dos duelos (a disputarse el 7 y el 14 de marzo de 1954) se jugarían en tierras niponas –porque no había un lugar adecuado para disputar partidos de nivel por debajo del paralelo 38-. Incluso el presidente Rhee fue contundente: “Vamos a vencer a Japón...Si no, los arrojaré a todos al Mar del Este”. Era a matar o morir. Era por el honor. Era, también, para vengar a los suyos.
Y así llegó el primer partido, en Meiji. Los locales salieron con todo y consiguieron el primer tanto, obra de Ken Nagamura a los 16´. Parecía que las heridas seguirían sangrando, que estos dos partidos acabarían por convertirse en un nuevo parto. Sin embargo, el fútbol siempre da revancha y apenas 6 minutos después Chung Nam-sik puso el cimiento para un momento mágico: uno tras otro llegaron los goles visitantes, hasta llegar a los 5. Si, parecía mentira, pero Corea ganaba el primer chico por 1-5. Lo malo es que, a diferencia de las eliminatorias actuales, el resultado en si no importaba, ya que solo se contaban los puntos obtenidos, es decir, Corea lograría el pase empatando, pero si Japón ganaba, aunque sea por 1-0, se debería disputar un tercer y definitorio compromiso, con una moneda de por medio de ser necesario.
La historia, siete días después, comenzó igual, con el “visitante-local” anotando el primero y encendiendo a las gradas, aunque Nam-sik y Choi Chung-min (que ya habían convertido dos tantos cada uno en la ida) volvieron a dar la situación. Japón logró el empate al minuto 61´ e intentó con todas sus fuerzas ese tercer tanto salvador, aunque este nunca llegó. Los nipones culparon al mal tiempo y al estado del campo de la derrota, aunque nada de eso opacó a aquel grupo de heroicos coreanos, que dejó cuerpo y alma en tierras enemigas para darle a su pueblo una alegría. Deportiva, sí, pero que también valía mucho más. El Mundial terminaría por ser una anécdota, porque ellos ya habían ganado su propio torneo.
Ghana: ¿Pudo haber sido campeón del mundo?
Por Lautaro Segura (@seguralautaro)
Aquel equipo ghanés de los '60 fue bicampeón de África
Los ghanseses de más de 60 años están convencidos de que su seleccionado nacional pudo haber sido campeón del mundo, pero que un boicot (el cuál impulsaron) no les permitió dar la vuelta olímpica en el certamen futbolístico más prestigioso del mundo.
El equipo en cuestión es el de comienzos de la década de 1960, que coincide con los primeros años de independencia de Reino Unido. Hasta 1957, el territorio se llamaba Costa de Oro y dependía de la Corona británica, hasta el movimiento revolucionario liderado por Keane Nkrumah ganó las calles y el poder.
Nkrumah, el primer mandatario ghanés, entendió que el deporte debía ser muy importante en su gestión y fue un pilar en muchos sentidos. Uno de ellos, demostrar la fuerza de una nueva nación que nacía en un continente que, históricamente, había tenido encima los pies de las potencias económicas y militares.
Es en este marco que se forja la primera generación dorada de la Selección de Ghana, la cual tenía estrellas del fútbol africano como el delantero Osei Kofi. El talento de dicha camada no tardaría en reflejarse en los resultados: ganaron las ediciones 1963 (locales) y 1965 de la Copa África. A las eliminatorias para disputar el Mundial 1966, por ende, llegaban de la mejor manera.
El convencimiento de que podían vencer a los europeos y sudamericanos se potenció cuando, en un amistoso jugado en Ghana, igualaron 3-3 contra el mejor club de Europa de la época: Real Madrid. Aquel encuentro convenció al elenco africano que estaban a la altura del mejor fútbol del mundo.
Pero el sueño de hacer historia se truncó, aunque por decisión propia: como la FIFA le había dado solo un cupo para el repechaje intercontinental, la Confederación Africana (liderada, entre otros, por Ghana) realizó un boicot al Mundial. La medida, al final, daría sus frutos: en 1970 el continente obtuvo una plaza directa.
Con el paso de los años, el mito de que Ghana podría haber llegado lejos se agigantó. Igualmente, aquellos neutrales que vieron jugar a aquel equipo aseguran que jugaba muy bien y que podía hacerle frente a cualquiera de los mejores seleccionados de la época.
Ghana tuvo que esperar hasta 2010 para volver a ilusionarse con una Copa del Mundo, justamente cuando el torneo desembarcó en África por primera vez: en Sudáfrica, por una mano de Luis Suárez y un penal malogrado no pudo acceder a semifinales, hito que ningún africano ha logrado hasta el momento. ¿Se dará en Qatar?
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Spaces #3: Las mayores sorpresas de los Mundiales (junto a Pancho Jaúregui)
Spaces #2: Zambia 74, El Salvador 82 y Grecia 94, tres de las peores selecciones de los Mundiales
Spaces #1: Los Mundiales más polémicos
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